Un estudio encargado en 2015 por la UE a un consorcio de varios socios, a través del proyecto piloto ECORYS, concluyó que los desafíos y necesidades de las áreas rurales son muy diversos, por tanto, todos los pueblos y áreas rurales pueden ser inteligentes a su manera siempre que los ciudadanos rurales tomen la iniciativa para encontrar soluciones prácticas basadas en el uso y adaptación a su realidad de las tecnologías más apropiadas.

En paralelo a este proceso que continúa abierto y sin haber alcanzado una definición precisa, las ciudades se han centrado en mayor medida en definir un modelo de ciudad inteligente o Smart City. De hecho, la evolución de este proceso en nuestro país ha dado lugar a la existencia de una norma de certificación en AENOR (178104) que en su versión más avanzada ha dado lugar a otra norma complementaria relativa a la inteligencia artificial “IA” (178108).